Esas fiestas en las que se acumula el calor orgánico desprendido por axilas maquilladas y de resultas el calor adquiere color y aroma mezcla de morado, azul añil y un poco de verde, ese calor asfixiado por paños de tergal intranspirable y fundas de metacrilato, por aromas de gelatina ponzoñosa impregnados en carnes temblorosas, deberían plantearse de otra manera, las despedidas por ejemplo, para evitar encuentros corporales tintados de maquillaje y evitar la experiencia de saborear vía olfativa y táctil esos rostros transpirados, evitar el contacto con el sudor y olores mezclados con piña con melón y redondo de ternera con guarnición se deberían producir al principio, cuando todo el mundo está fresco.
2 comentarios:
Muy de acuerdo Sr. mío.
A mi me da asquete abrazar o dar dos besos a la gente cuando suda en verano o cuando hace mucho calor en los bares y/o conciertos. Frentes sudorosas, goterones de maquillaje recorriendo las mejillas, axilas chorreantes...dios! qué fiesta.
Pues como se acerquen en abalancha (que es lo que me pasa a mi). (!!)
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